jueves, 3 de septiembre de 2009

SAPO

Un viento gris castigaba el páramo de chozas y densos yuyales. El baldío era una extensión casi infinita de pastos quemados y charcos hediondos. De casuchas de chapa, cartón y nylon que acurrucadas en manchas pardas se cobijaban del frío.


El Citroën 3CV de color blanco destartalado llegó levantando una polvareda amarilla. Derrapó ruidosamente en la grava y enfiló al zanjón que separaba el baldío de la calle. Con la destreza de un sapo viejo, dio un panzazo en la lomada para quedar semi oculto entre malezas tan altas como un hombre. Acechando, los ojos de su interior estaban clavados en la única casita de material emplazada a buena distancia de las chozas.

La vivienda era humilde pero de buena construcción y bien conservada, quizás demasiado para la antigüedad que se leía en sus formas. A simple vista parecía el típico refugio de la familia obrera de los años mil novecientos cincuenta.


Resuelta completamente en una planta rectangular, tenía dos ventanas al frente, una que correspondía al dormitorio y otra al Estar, junto al típico porche tan oscuro como una cueva.


Tras unos minutos de una mirada mas detenida la casa se revelaba extraña, radiante, incluso odiosa, como si de alguna manera la miseria y el tiempo no tuvieran forma de hacerle mella.


Adentro del coche un muchacho rubio muy tenso tras el volante buscaba y rebuscaba en cada bolsillo de su campera. Sin separar en ningún momento los ojos de la casa. En la butaca de al lado su pálida compañera dormitaba en posición fetal.


La pérdida le dolía y la casa, las calles se veían tan vacías.- La viuda estará forrada…- pensó sin querer y la ansiedad lo mordió un poco más. Intentó no pensar y en su mano la negra pistola negra siseó nerviosamente. Como en respuesta la chica a su lado emitió un primitivo gorjeo abrazada a su incómodo sueño.


Anochecía y el sol de tan abajo se cubría con las nubes de negro, del fuego, de la basura y los cables quemados que proveen el cobre. Por el fuego ya se alzaban enormes piras de un macabro ritual que por un rato aplaca el hambre, el miedo y el frío. Allí los iniciados comparten un filtro venenoso, hecho en base a olvido, que los encadena a un sueño pesado parecido a la muerte.

Tras el volante el chico oyó al viento arrastrar un largo y agudo lamento, de niños y perros en sus juegos hambrientos. Pero lo que vino después en verdad lo alarmó: un papel de aluminio, vacío, crujió en la mano de ella.


El manotazo de él y la infantil frustración al borde del llanto que le quebró la voz.- LA PUTA QUE TE PARIÓ!- su mano derecha la agarró por la barbilla, en la izquierda la negra mortal hubiera querido romperle la boca, descargar el plomo y hacerle saltar el cerebro.- OIME GRETA! OIME PUTA!- Él la sacudía con violencia trayéndola hacia su cara rabiosa.- TE TOMASTE TODA LA MERCA, CORNUDA!

- MmmNooomm...- balbuceó la otra con los dientes apretados.- Ya estaba vacía…- mintió y su cuerpo se estremeció en una arcada repentina.

- PERO SALÍ DE ACÁ, LARGALO A FUERA!!!- y ella temblando giró la manija justo a tiempo cuando el espasmo le hizo volcar toda su angustia entre los yuyos.- Drogona de mierda…- sentenció él oyéndola sollozar.

Oscurecía rápidamente y ella lo miraba acurrucada de frío con sus grandes ojos celestes.- Perdoname…- esbozó desde su boquita roja, preciosa de dientes blancos y desparejos. – Jano? Jano mi amor, perdoname.- su mano le acarició el rostro barbudo endurecido por la bronca.

- Te pasás de boluda vos, eh? Bien boluda estás!


- Perdoname, no se lo que me pasa…- dijo haciendo un puchero.


- Y qué te pasa a vos? Todo el día mareada, como una estúpida, no tenés ni ganas de nada…- Jano suspiro quedamente para no decir lo obvio y volvió a mirar la casa.- Vos no eras así…vos, vos eras una furia.- y a Jano los ojos le brillaron, hizo una pausa y evocó.- Te acordás cuando la hicimos buena en el mercado chino ese?

- Si.- dijo ella quedamente.


- Yo estaba re duro, me acuerdo que tomé pastillas con vino, no podía ni pestañear jua, jua!


Ella bajó la mirada y se acurrucó sobre sus piernas, apretando los ojos trató de deshacer las imágenes que llegaban como bofetadas a su mente.


- Me acuerdo que la pendeja china esa te miraba y como que no reaccionaba y entonces agarraste el fierro y PUM! de un saque le bajaste medio comedor! Juajajaja! Y entonces las hiciste poner en pelotas y la vieja conchuda tenía los fajos de guita en la bombacha! Jajajajaaja!

La risa de Jano rebotaba en el frío silencio de la noche, la espera le quemaba la poca paciencia que tenía y la abstinencia ya le producía fuertes punzadas en la mandíbula. Así pasaba de la ternura a la furia, entre los ojos tristes de ella y las ventanas entrecerradas de la casa, de la pálida luz a media calle a vientre apenas cubierto de Greta. Brillante como una luna creciente, donde él apoyó su mano cariñosa y descargó su grosería.


- TE ESTÁS PONIENDO RE GORDA EH?!- y le apretó la panza con fuerza.-COMO UNA CHANCHA! JUA! JA! JA! JA!


- NO ME TOQUÉS JANO.- ella se apartó cruzándose de brazos volvió a su sitio irritada.- IDIOTA!

- Jajajaja!- rió esta vez falsamente. Ja – ja – ja- ja…- soltaba de a pedazos su torpe venganza pero se quedo en silencio cuando súbitamente la casa comenzó a iluminarse.- Atendé Greta que la vieja va salir a ver los gatos!


Los chicos saltaron del coche, cruzaron la zanja corriendo y se pusieron uno a cada lado de la entrada de la casa. En silencio esperaron empuñando las armas. La puerta produjo un ligero chasquido al entre abrirse y por el filo manó una luz roja muy saturada que ablandaba las formas y sugería el calor de una gran hoguera. Desde su sitio Jano le hizo un gesto a Greta para que se mantuviera en calma. La anciana se dilataba en salir, tironeando el pasador de la puerta y balbuceando a media voz en una lengua gangosa e incomprensible. La puerta se abrió de golpe y la vieja emergió envuelta de un vapor rosado y de un olor agridulce intenso. El camisón de satén flameó pesadamente con la brisa, en la cabeza llevaba calzada una gorra de baño ajustada a la altura de los ojos. El plato de alimento se estrelló contra el suelo cuando los chicos la embistieron arrastrándola al interior de la vivienda.

- QUEDATE BIEN QUIETA VIEJA DE MIERDA!- gruñó Jano presionándole con el cañón en la cien y apretándole el cuello arrugado con la mano izquierda.


Greta azotó la puerta que produjo un sonido apagado al cerrarse. La perilla le dejó en la mano una resina pegajosa como de una crema barata.



- LA PLATA?! DONDE TENÉS LA PLATA?!- bajo la mano que la apresaba Jano sintió una suave palpitación en el cuello de la mujer.

Ella permanecía inmóvil y callada, su rostro pálido y varicoso no revelaba miedo o dolor alguno. La vibración que subía por el cuello, hinchándolo anormalmente hizo que Jano tuviera que aflojar su presa. Sintiendo que la perdía apretó con zaña el caño del arma y este se hundió varios centímetros en el rostro de la mujer. Parecía como si los huesos de la cara hubieran perdido consistencia. La sensación lo llenó de confusión y el gesto de su rostro anticipó el asco cuando de la garganta de la anciana se oyó un bufido muy agudo acompañado por un hálito pestilente que le obligó a soltarla y a cubrirse gritando.


- GRETA! GRETA, AGARRALA QUE NO SE RAJE!


La otra tardó en reaccionar y aunque pudo echarle una mano encima, la mujer se escurrió resbalosa, como si la cubriera la misma sustancia que habia hallado en el picaporte.


- Pero qué hacés, sos estúpida?!- le recriminó él mientras recuperaba la vista gradualmente.

- No se, no la pude agarrar.- y le extendió la mano pringosa.


Pero él no pudo mirarla, su vista se desvió hasta la mesa del comedor cubierta de pequeños objetos como caramelos, fichas brillantes y monedas en colores maravillosos.

- Y esto qué es?!- su voz se quebró a borde de la euforia.- NO LO PUEDO CREER! DE DÓNDE SALIÓ TODA ESTA MERCA!?


Jano se olvidó de todo, empezó a cargarse los bolsillos y se metió varias pastillas en la boca, aspiró sonoramente varias líneas de polvo blanco bien gileteadas y hasta intentó hacer un paquete atando los extremos del mantél.


- PERO PARÁ JANO, NO TOMÉS MÁS!- ella lo agarró por los brazo viéndolo sacudirse extasiado.- NO TE DAS CUENTA, ESTO NO ME GUSTA…


- Y la vieja donde está?- dijo él pasandose la palma de la mano por la nariz que chorreaba un moco blancuzco.

Ante la pregunta la habitación se oscureció casi completamente, haciéndoles perder todo detalle y referencia que hubieran tenido; incluso la mesa del festín pareció deshacerse entre las sombras. La temperatura aumentó drásticamente, aunque la fuente no era precisa, el calor se volvió agobiante haciendo que las paredes y las personas adentro chorreraran el mismo sudor apestoso. Bajo sus pies los chicos sintieron llegar una vibración y el suelo se estremeció violentamente como un músculo al fibrilarse.


Con el temblor regreso avivado el olor agridulce que los recibiera al entrar en la casa, aunque ahora llegaba marcado por un fuerte acento ferroso que les supo a sangre y les espesó la saliva.

Desesperados por el encierro, alucinados y asqueados de la pestilencia que comenzaba a emanar de sus propios cuerpos los intrusos arañaron a los gritos las cálidas y resbalosas paredes buscando encontrar la puerta de salida. Exhaustos al fin se abrazaron en el suelo, rendidos a su suerte, entonces, un pequeño orificio circular se abrió en la pared para dejar entrar un haz de luz roja. Sin otra opción se acercaron a la abertura que pareció sensible a su presencia y se agrandó hasta abrirles paso.


Avanzando a gatas, pudieron reconocer la luz de un enorme televisor y frente a este recuadro brillante y recortada a negro la figura pequeña y enjuta de la vieja que contemplaba extasiada el bombardeo catódico completamente ajena a todo.


Sobre sus cabezas, los chicos vieron un cielorraso abovedado como de un nylon negro que se hinchaba y encogía a intervalos regulares haciendo que por momentos el olor de la podredumbre dulzona se volviera insoportable.


Greta se acercó a la anciana y apuntándole con el revolver le gritó.- QUÉ ESTÁ PASANDO!? DONDE ESTAMOS!?- horrorizada la joven vió como la mujer perdía todo rastro de forma humana, las facciones del rostro se le aplastaron, los miembros se fundieron a un tronco sólidamente unido al suelo, conformando una densa masa muscular que se elevó hasta duplicar su altura original.


- BANG! BANG! BANG! BANG! BANG! BANG!


Hasta seis veces Greta disparó su arma contra el musculoso apéndice sin hacerle daño. Lentamente el torvo miembro se desplazó hacia la pantalla hasta que esta se desprendió del suelo hasta ubicarse al extremo del apéndice como una cabeza luminosa.


En lo alto, el miembro osciló suavemente como un metrónomo, a un lado y al otro, irradiándolos con las imágenes de un hipnótico zapping. El suelo volvió a temblar y aunque la chica se aferró a su novio no pudo evitar la caída.

A su alrededor cientas o tal vez un millar de cabezas semi digeridas emergieron con sus ojos vacíos buscando la luz, siguiendo el ritmo amanzador de la pantalla rumiaban un zumbido grave moviéndose al compás izquierda y derecha, una y otra vez sin parar.

Aferrada con las uñas a la última referencia que la guardaba de la locura Greta se puso en pié buscando en los ojos de Jano una respuesta que pudiera librarla del horror ululante y su canto devorador de almas. Sin embargo, Jano ya brillaba para siempre bajo la luminosa onda estupidizante. De su boca pendía un delgado hilo de saliva que le desfiguraba el rostro como una herida abierta pero sin acusar dolor. Acercándole su mano repleta de pastillas, Jano le regalo su última sonrisa feliz.


FIN


Queridos visitantes, les comento que este cuento está en proceso de adaptarse para un guión cinematográfico que participará de un concurso de cine bizarro y fantástico en Francia. Espero que les haya sido interesante!


VAL